martes, 1 de diciembre de 2009

Carta a bierta al Presidente del Congreso

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL CONGRESO

Querido Presidente:

Comparto su criterio de que un tema tan sensible como el aborto debería ser tratado en un sereno diálogo y sin descalificaciones personales. Este espíritu dialogante me incita a dirigirle esta misiva.

No estoy de acuerdo con algunas de sus opiniones públicamente expresadas, como el afirmar que la vigente ley del aborto es más permisiva que el proyecto en trámite. La presente ley parte de la base de que el aborto es un delito, si bien prevé que, en determinados supuestos claramente definidos (violación, malformación del feto o grave riesgo para la salud física o mental de la gestante), existen circunstancias eximentes que despenalizan su comisión. Se podrá estar o no de acuerdo con la pertinencia deestas circunstancias, pero no cabe duda de que responden a una “ratio”, a una razón de ser. Comparto su opinión de que la falta de limitación temporal del supuesto de riesgo para la salud psíquica de la mujer –a cuyo amparo se realiza el 97% de los abortos- ha producido abusos escandalosos, pero ese supuesto se puede restringir considerablemente, sin necesidad de legalizar nuevos casos de aborto libre

El proyecto supone un copernicano giro de 180 grados, al partir de la prioridad del derecho de la mujer a abortar, en detrimento del derecho del concebido a vivir. Introduce un inexistente derecho de la mujer a matar al feto durante las 14 primeras semanas del embarazo, en contra de lo dispuesto en el artículo 15 de la Constitución, que consagra el derecho de todos a la vida, incluido el nasciturus. Según la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985 -que Vd. cita-,”los derechos de la mujer no pueden tener primacía absoluta sobre la vida del nasciturus, dado que dicha prevalencia supone la desaparición, en todo caso, de un bien no sólo constitucionalmente protegido, sino que encarna un valor central del ordenamiento constitucional”.

Vd, mismo reconoce que el feto no es un órgano propio de la mujer, sino una realidad distinta, objeto de protección jurídica garantizada por la ley. Sin embargo, considera aceptable que ese feto pueda ser exterminado durante un período de dos meses y medio conforme a la “teoría del mal menor”. Como ha afirmado Isabel San Sebastián, “a quienes han votado esta ley, el aborto no les parece un mal menor sino un bien mayor”.

Uno de los argumentos justificativos de la nueva ley es el deseo de impedir que una mujer que aborte pueda ir a la cárcel. Aparte de que esta situación nunca se ha producido, se puede lograr este objetivo eximiendo simplemente a la abortante de semejante pena, como se ha hecho en el proyecto, aunque extendiéndolo a los autores materiales del aborto. Con el proyecto no se protege a la mujer, antes al contrario, pues –como ha escrito la Profesora de Ética Adela Cortina- está fuera de duda que el aborto es indeseable y que, en ningún caso, figura en el proyecto vital de una mujer. A los únicos a quienes protege el proyecto son a los facultativos que –traicionando su juramento hipocrático y con fundamento legal o sin él- aniquilan sin escrúpulos a los concebidos no nacidos, y a la lucrativa industria del aborto.

Vd afirma atinadamente que el aborto es un problema de conciencia. En consecuencia, le insto encarecidamente a que –en su calidad de Presidente del Congreso- haga cuanto esté en su mano para permitir que cada diputado pueda votar de conformidad con su conciencia y no por imperativo de su partido.

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